Criticar siempre es muy fácil, especialmente si hablamos de la típica "crítica constructiva"... el verdadero reto está en ponernos en los zapatos de la otra persona y entender desde su situación, el contexto de las cosas.
El otro día me encontré con un post en Instagram que decía: Empatía en lugar de Crítica y me pareció súper importante reflexionar sobre este punto, especialmente cuando hablamos de nuestra relación con nuestra pareja.
Yo no soy Psicóloga, así que realmente hablo desde mi experiencia y la información que he tenido oportunidad de leer en artículos, libros, datos que he escuchado en podcasts, cosas que me hacen sentido y que me parece fundamental compartir con otras mamás que probablemente vivan situaciones similares a las mías.
Volvamos a la idea principal de este artículo: Empatía en lugar de Crítica. ¿Cuántas veces juzgamos a nuestra pareja porque no hace las cosas tal cual nosotros quisiéramos? ¿Cuántas veces perdemos la cabeza en pleitos que no tienen ni pies ni cabeza? ¿Cuántas veces nos hacemos ideas en la cabeza sin ni siquiera darnos tiempo de pensar y reflexionar objetivamente?
A mí me pasa todo el tiempo, pero poco a poco he empezado a entender que Santiago y yo venimos de familias distintas, con diferentes ideas, tradiciones, actitudes, etc., motivo por el cual es imposible que veamos la vida desde la misma perspectiva.
En todo aspecto de pareja tenemos diferencias: en lo económico, en lo profesional, en el tema de los hijos y su educación, incluso en el tema de cómo organizar la casa (confieso que tengo mucha necesidad de control especialmente en este tema), y cuando hay algún problema explotamos y él quiere convencerme de que su forma de ver las cosas es la correcta, y yo también, así que se convierte en una historia sin final, porque él no quiere ceder y por supuesto, yo tampoco.
A lo que voy es que, después de leer y empaparme un poco de este tema me doy cuenta que si en lugar de criticarnos, juzgarnos y tratar de tener la razón sobre todas las cosas, sería mucho más sano, entender que cada uno ve las cosas de una manera distinta, porque somos dos mundos diferentes, y que en lugar de llegar a la crítica (aunque sea "constructiva") optamos por la empatía, tratemos de ponernos en los zapatos del otro y entender su punto desde una nueva perspectiva.
Por supuesto que no es una tarea fácil, se necesita hacer mucha conciencia y mucha práctica, pero definitivamente vale la pena intentarlo.
Después de hacer este ejercicio, poniéndome en los zapatos de Santiago, consideré que valía la pena hacer lo mismo con mis hermanos, mis papás, amigos y clientes. Es sorprendente cómo intentar ver las cosas desde otra perspectiva, tratando de entender el contexto en el que se encuentran las distintas personas a nuestro alrededor, al enfrentarse a cualquier situación y reaccionar "diferente a nosotros" nos ayuda a ampliar nuestra visión, nuestro panorama y definitivamente a evitar muchos problemas.
Te invito a intentarlo y después reflexionar sobre las emociones que hayas experimentado al poner en práctica este interesante ejercicio, que sinceramente pienso, nos hace muchísima falta como sociedad.